Es probable que hayas oído hablar de las bondades del abono foliar para olivos u otros cultivos. Que se trata de una herramienta excelente para corregir carencias puntuales casi de inmediato. Sin embargo, no es la panacea, ni la solución definitiva. Si bien el abono foliar en olivos ha supuesto una reducción de costes en muchas plantaciones, por su rápida absorción y gran eficiencia, no es recomendable basar toda la fertilización de tu cultivo solo en este método. Te contamos por qué.
Los olivos son árboles perennifolios acostumbrados a crecer en terrenos pobres. Aun así, cuando se cultivan para producir una cantidad de frutos notable, lo más razonable es abonarlos.
Para saber cuándo aplicar abono a los olivos, hay que tener en cuenta que crecen prácticamente a lo largo de todo el año, florecen en primavera y dan fruto justo después. Por eso, es interesante abonarlos a finales del invierno y no dejar de hacerlo hasta el otoño.
La mejor forma es el abono para olivos vía suelo, ya que los árboles están diseñados para absorber los nutrientes a través de las raíces. Si se fertiliza completamente a través de las hojas, corres el riesgo de que se debiliten las raíces.
A grandes rasgos, estas son las necesidades de nutrientes del suelo del olivar:
En este caso, cuentas con la ayuda de la red de riego que también puedes emplear para aplicar los fertilizantes junto al agua. Esto se conoce como fertirrigación y es especialmente interesante en sistemas intensivos en los que el árbol dispone de agua de forma constante y favorecerá un mayor crecimiento del cultivo y de la producción.
Si aplicas el abono junto al riego, ahorras en costes de aplicación de fertilizantes. Este sistema permite, además, establecer la pauta de abonado y seleccionar las aplicaciones en momentos de máxima demanda.
En este caso, el factor limitante es la escasez de agua. Por eso, para asegurarte de que el olivar aprovecha el abono que suministres en el suelo debes prever bien el momento en que se hará el abonado y el tipo.
Si se usa un abono complejo lo recomendable es hacerlo después de la recolección, para aprovechar las lluvias primaverales y favorecer el paso de los nutrientes al suelo. La forma tradicional de aplicar el abono es hacerlo en las calles del olivar y después enterrarlo mediante una labor de la tierra.
El abono foliar es un tipo de abono que se aplica directamente sobre las hojas del olivo. La planta responde bien a las aportaciones de nitrógeno, potasio y microelementos por vía foliar. De hecho, se pueden aprovechar los tratamientos de productos fitosanitarios —previa comprobación de la compatibilidad entre productos— para incorporar estos nutrientes.
La absorción del abono foliar en olivos es óptima si la temperatura es suave, la humedad elevada y el árbol tiene una proporción alta de hojas jóvenes. Por todo ello, el mejor momento para aplicar abono foliar en olivos es entre los meses de abril y julio.
Hay que tener en cuenta que cuando suministres abono foliar al olivo debes considerar que es un acompañamiento del abono en suelo, nunca lo sustituye. Son aplicaciones complementarias. La correcta aplicación del abono foliar en el olivo asegura resultados positivos muy rápidamente.
Para hacer una buen plan de fertilización hay que contar con que las necesidades nutricionales del olivo son estacionales. Durante la parada de invierno y verano absorbe pocos nutrientes. De ahí que lo más recomendable sea realizar un abonado de fondo para la autosuficiencia del campo en periodos de baja demanda —se recomienda un abonado de fondo durante el invierno en el suelo—y suplementar con el abono foliar para olivos en momentos de alta demanda o carencias puntuales.
Existen momentos puntuales en los que es muy recomendable aplicar el abono foliar al olivo:
Para alcanzar el potencial productivo de los árboles es normal que deban corregirse carencias de microelementos. Estos deberán aplicarse mediante abonos foliares, que es el método más recomendado.
Los micronutrientes más importantes en el cultivo del olivo son:
Cuando los olivos se encuentran en el momento de brotación se podrían incluir abonos foliares ricos en nitrógeno en los tratamientos de salida de invierno y primavera. Más tarde, se puede añadir fósforo y potasio para favorecer que cuaje y engorde el fruto. De hecho, en los momentos de alta demanda una suplementación foliar funciona muy bien, ya que se trata de poner a disposición de la planta los elementos necesarios para su crecimiento.
Según el tipo de olivar —regadío o secano— se recomienda hacer análisis periódicos de suelos agrícolas y hojas para elaborar un plan de fertilización que optimice la producción de aceituna en cada caso.
En ambos casos la dosis de los nutrientes debe ajustarse a la producción esperada. Para elaborar un buen plan de fertilización lo recomendable es:
Estos análisis arrojarán luz sobre las necesidades nutricionales de tu olivar, de manera que puedas ajustar las dosis. Debes tener en cuenta que la suma de todos los tratamientos realizados —en suelo y en hojas— debe coincidir con la dosis total calculada para tu explotación. Así, ese dato total es en el que debes basarte para modificar la dosis en función de los análisis.
Después de repasar las necesidades de abono de tu olivar, estarás de acuerdo en que tener bien controlado el abonado pasa por tener un registro del cómputo global de las aportaciones —ya sea vía suelo o de las hojas—. De este modo, te aseguras de poder hacer un buen plan de fertilización. Para elaborarlo, tener los datos a mano y la posibilidad de cotejarlos con los análisis foliares y de suelo es imprescindible.
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